El diseño de tu
familia:
En la mayoría de los casos los padres
de familia sienten una gran responsabilidad por hacer lo mejor que está de su
parte por sus hijos.
La
mayoría de los padres quieren que sus hijos tengan, cuando menos, una vida
igual o mejor que la que ellos tuvieron ,y esperan ser el medio para que estos
suceda.
Dos grandes
interrogantes se presentan, a los padres: “¿Qué
clase de ser humano quiero que sea mi hijo?” y “¿Qué es lo que puedo hacer
para lograrlo?”. La tarea no es fácil. Los padres enseñan en la escuela más
difícil del mundo: La escuela para formar seres humanos.
Formar seres
humanos es en gran medida un método de tanteo. Es algo se que se va aprendiendo
sobre la marcha. El problema no sólo es el “qué se quiere ”, si no también el “cómo hacerlo”.
Si
a un adulto le gustó la manera como sus padres lo educaron, y si le parece que
fue buena la forma en ambos se trataban, tendrá, entonces, un modelo aceptable
para su proyecto de padre-educador.
La
mejor preparación para la paternidad es la madurez, franqueza y conciencia en
el adulto que emprende la monumental tarea de ser papá o mamá.
Los
aprendizajes esenciales que tienen lugar para cada ser humano entre el
nacimiento y la edad adulta, caen dentro de cuatro categorías principales que se pueden expresar mediante
las siguientes preguntas:
¿Qué
le enseño a mi hijo sobre su persona?
¿Qué le enseño respecto a los demás?
¿Qué
le enseño sobre el mundo?
¿Y
qué le enseño sobre Dios?
El
proceso de enseñanza incluye lo siguiente:
una idea clara de lo que debe enseñar,
la conciencia que tenga cada padre respecto de
lo que modela,
un conocimiento de cómo interesar a otro a
seguir el modelo,
y la comunicación para que todo funcione.
Si se logran las metas de estos
aprendizajes esenciales , el resultado será una serie de cualidades como la
honestidad, sinceridad, creatividad, amor, interés, alegría de vivir, capacidad
y solución positiva de los problemas.
Es
muy importante que el adulto comprenda , la noción que de que todo ser humano,
a cualquier edad, es una persona , bien sea al nacer , a las
dos semanas , a los quince años, a los treinta y cinco o a los ochenta; una vez
que se comprenda esta premisa, la tarea de formar gente resultará más fácil.
Los
adultos suele engañarse cuando se convierten en padres de familia. De pronto,
sienten que “deben cumplir con su deber”,
ser muy serios y olvidarse del aspecto alegre y frívolo de la vida. Ya no se
permiten ciertas libertades y ni siquiera piensan en divertirse. Uno de los
valores que puede enriquecer la vida de todos, es la capacidad para saber
disfrutar de los demás. El gozar las ocurrencias de los hijos, no está reñido
con el ser un padre competente y responsable de su responsabilidad de ser guía
y educador.
Fuente
de consulta: Relaciones humanas en el núcleo familia, Satir Virginia,
pág. 194-225, Editorial PAX-MÉXICO
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